El Fantasma

Cuando sus ojos se cruzaron, los clavó con destreza, como quien pretende mirar a través de lo físico. Pero no lo encontró, por más segundos que sus ojos permanecieran mirándolo fijamente en las pupilas, no lo encontraba. Lo tenía a centímetros pero la distancia era kilométrica. Y por primera vez algo ocurrió, un nudo se formaba en su garganta, un crujido acompañado de un dolor cáustico en el pecho se aproximaba a sus ojos. Prefirió cerrarlos y pretendió disfrutar.

Si lo pensaba mucho, caía en cuenta que lo experimentado habría sido producto de la nostalgia o melancolía, alguna forma de tristeza propia de la muerte de un ser querido. Pero él no estaba muerto, se movía onduladamente sobre ella, sin embargo, el sentimiento de pérdida la abrumó e hizo que una gota vacilara entre la comisura de sus ojos y se deslizó por sus oídos. Ese día, mientras él se encontraba sobre ella descubrió que aquel hombre había muerto hace mucho, que era el fantasma vacilante de algún amor perdido.