Sobre ser dos y más metáforas en tierras Huancaínas:
- La Kioskera

- 19 sept 2019
- 1 Min. de lectura
Alistas las maletas, te olvidas las toallas, sales apresurado y tomas el primer bus, bajas la guardia, desajustas un poco el cinturón, cruzas sin mirar, viajas a lo loco, te vas de improvisado. Todo lo que debas hacer hoy, lo dejas para mañana.
Había olvidado lo cómodo que es estar en pareja, llegar a límites insospechados de confianza. Dejar de hablar de forma individual, usar el somos.
Empezar a actuar de forma boba. Te pones cursi, y te amoldas 1,2 ó 3 días a sus formas.
La cama empieza a ser más pequeña, empieza a hacer mucho más frío, coge las frazadas, te cubre y descubre.
Salen por la noche, se van de rumba, entran a un bar rockerillo de la ciudad, se pasan de copas, fuman un rato, regresan al hotel, entran a la habitación, te desviste, lo desvistes. Su boca, tu boca, mis caderas, mordiscos, su lengua, tu espalda, su espalda, tus piernas, su sexo, mi sexo.
Recostado a mi lado alcanzo ver su silueta, la luz del pasillo hace difuso su rostro, escucho a Cerati cantar: “ Ya estás aquí, y el paso que dimos es causa y efecto... “
Tal vez vuelva a la misma habitación, tal vez no seas tú, no sea yo. Se siente bien funcionar de a dos. No tengo certeza de lo qué sucederá mañana, quizás no me responsabilice sobre estas líneas, sin embargo, Huancayo siempre será la eterna metáfora para mis continuos escapes.









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